I
La tarde, como una vela que mengua,
se consume en trémulas horas sin fe.
Cuando la infinitud sueña eternidad
y la eternidad es pesadilla, nunca sé
dónde acaban los presagios del alma
y cuándo empieza uno a comprender
que no hay lugar que tenga mi nombre
ni tiempo que haya pensado en volver.
II
Remar por amor es una deriva vocacional:
la certeza de saberse perdido
y sentirse,
instintivamente,
vivo.